Aun recuerdo mis años mozos en los que iba a la primaria y secundaria e, incluso, cuando iba a la preparatoria (aunque ahí ya no estaba tan niño). Para muchos esta fue de sus mejores etapas de la vida. Se tenían a los amigos, los juegos clásicos como el toro congelado o policías y ladrones etc. Definitivamente era una época más sencilla, y lo más sencillo de todo es que no teníamos que armar ningún horario. Llegábamos el primer día de clases y nos dirigíamos todos en grupo al salón asignado a tomar la materia correspondiente. Inclusive en el primer semestre de la universidad ya tenía el horario armado y simplemente buscaba el salón o laboratorio donde me tocaban clases y listo, sin complicaciones. Hakuna Matata.
Sin embargo, al entrar al segundo semestre sucedió lo que sabía que debía pasar y en ese entonces anhelaba: la selección de horario.
Esta linda idea me la vendieron como “podrás hacer tu horario a tu gusto, tener horas libres e, inclusive, habrá días enteros en que no hagas nada”. Malditos mentirosos.
Para los que ya están en la universidad o que ya salieron de esta, estoy seguro que entienden porque les dije mentirosos a los que me dijeron eso.
Podría decirse que el horario ya estaba hecho y que solo tenía que acomodar las materias en los lugares correspondientes; claro que hay materias que no se pueden meter simplemente porque los horarios “chocan”.
Podría tener dos materias las cuales las querría meter con cierto profesor. Sin embargo, ya que sus horarios chocan uno no puede hacer eso y tiene que conformarse con meter la materia con algún otro maestro.
También pasa que por una materia que debes meter se te atora otra y esa otra te atora otra lo que al final hace que termines armando un horario completamente aleatorio, con horas que no querías y con profesores que ni conoces.
De tener el horario que habías imaginado y que hasta habías hecho en Word o en Excel, terminas con una cosa aleatoria parecida a una obra de Picasso.
Y lo mejor de todo. Cuando cientos de personas arman su horario usando el mismo sistema y este es medio inestable, suceden las catástrofes: se cae el sistema (algo que solo te conviene si te apellidas “Gortari”). La tecnología nos puede jugar bromas muy pesadas que nos dejan con una sensación de “coitus interruptus” muy desagradable o, si lo quieren ver de una forma más suave, con una sensación parecida a la que nos da cuando se nos “espanta un estornudo”.
Si ha llegado el momento de meter materias, recuerden: siempre lleven su pre-horario ya hecho, lleven los códigos de las materias que vayan a meter, tengan una conexión a internet confiable y segura, utilicen un navegador rápido y, sobre todo, pongan atención a lo que hacen y lleven planes de emergencia (ya saben, el plan B, C, D, etc.)
Si van a meter materias, suerte; si aun no tienen que meterlas, ya lo sufrirán; si ya pasaron por esto y ahora se ríen de esos viejos tiempos, jódanse.
Saludos.
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